Tal vez porque la vida es un simple juego que nadie sabe como ganar, la justamente necesitada y práctica Wikipedia se refiere al juego de dardos como un juego que se practica individualmente o por equipos, y que consiste en lanzar tres dardos alternativamente cada jugador a hasta completar una puntuación determinada o alcanzar unos determinados una serie de veces también determinada, según la variante del juego a la que se esté jugando.
La primera vez que se mencionan los dardos en los libros de historia fue en 1314. Entre batalla y batalla los soldados aburridos, lejos de sus mujeres, novias y amantes, se ocupaban en otros menesteres, uno de los cuales era competir entre ellos lanzando astillas u otros materiales punzantes a las tapas de los barriles de vino. Posteriormente utilizaron la sección de un tronco de árbol colgado entre unas ramas. Los mismos círculos concéntricos de la madera servían para definir las diferentes puntuaciones. Durante mucho tiempo le consideraron como un deporte practicado por los militares. Era muy apreciado ya que mantenía la puntería de los soldados, entrenando el lanzamiento de armas ligeras contra el enemigo.
La historia de los dardos en España empezó en los años 60, cuando comenzó el boom turístico en las zonas costeras españolas. En muchos locales con asiduos clientes ingleses, o que incluso los dueños eran ingleses, se empezaron a colocar dianas para entretenimiento de los clientes. En poco tiempo ya se iniciaban algunas pequeñas ligas locales, con la finalidad de que los clientes fueran conociendo a otros jugadores, y empezara a subir el nivel de juego.
No obstante, la mayor difusión de este juego vino con la invención de las dianas electrónicas en Estados Unidos, en los años 80 (hasta los 90 no llegaron a España), que simplificó mucho el juego, ya que la diana electrónica lleva automáticamente la puntuación, sin necesidad de tener que usar papel y bolígrafo como en las dianas tradicionales o «de pelo». Aquí aparece como gran novedad el juego virtual y de largas distancias dónde, a modo de ejemplo, un jugador en L‘Eliana Valencia (España) compite con otro de Sidney (Australia) desmontando casi al completo el sistema interactivo luhmanniano que viene a significar lo siguiente; solían jugar a los dardos mientras tomaban unas cervezas para dar paso a un sistema de sociedad mundial interdependiente que comprende todas la formas de comunicación posibles pero que impide la comunicación física y presencial de personas que interactúan sin conocerse para significar que solo la comunicación comunica y no las personas.
Aunque, que duda cabe, existen otro tipo de armas arrojadizas, azagayas y venablos, es decir se contemplan otro tipo de dardos mucho más actuales e interesantes dónde la «teoría de sistemas» de Luhmann o el sistema social parsoniano se descontextualizan en un mundo virtual de un simple juego dardos. Y ahí, nos chocamos de bruces con el dardo de nuevas formaciones políticas que pueden quebrar un sistema electoral bipartidista (caso español), con el dardo de la mediocridad política con escasas altura de miras, con el dardo de un big bang estropeado, con el dardo de la pobreza y la exclusión social, con el dardo de la inmensidad y desconocimiento universal o qué decir del dardo de la corrupción o de el dardo fluctuante de nuestros amables mercados financieros. No quiero olvidarme de el dardo de la codicia y la falsa oratoria, de el dardo del desempleo o de el dardo religioso y guerrero en subguerras planetarias crueles y absurdas. Cada cual que elija su “dardo favorito» y lo lance sobre el centro de la diana de nuestro enigmático e incierto destino societario.
Llegados a este punto, vuelvo casi sin quererlo al mundo fantástico e ilusorio Tolkieniano dónde ”El dardo” aguijón (Sting) es el nombre de un arma ficticia del universo imaginario que aparece en El Hobbit y El Señor de los Anillos. Se trata de una daga élfica recogida por el hobbit Bilbo Bolsón de una cueva de Trolls al principio de su viaje con los Trece Enanos y Gandalf el Gris camino de la Montaña Solitaria. Del destino de Dardo nada se dice en la Cuenta de los Años sin saber si permanece en el Museo de Cavada Grande, o si es llevada al otro lado del mar por Sam en la Cuarta Edad del Sol. Nadie sabe, entonces, dónde descansa, a modo de Santo Grial, el afamado y enigmático“dardo”
Aunque si regreso al mundo real y, a la vez virtual, observo que Usted/es eligen el dardo y la realidad virtual juega sin mediar conflicto presencial ni palabra escrita. Solo el táctil tembloroso de nuestras inquietas manos buscando pulsar teclas interactivas para que de comienzo un nuevo, desconocido y multitudinario juego en grupo y, por descontado, en solitario…
De punta de acero, de plástico o electrónicos, 301, 501, 701, cricket, high score, contabilización, round the clock o Killer? De momento, ¡Otra cerveza Camarero! Y cóbrele al australiano, que este 501 lo he ganado yo.
¿Hace una nueva partida? #On @elsociologo