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«Historias de Vida»

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La historia de vida tiene una larga tradición en las ciencias sociales y figuró de modo prominente en el trabajo de la Escuela de Chicago durante las décadas de 1920, 1930 y 1940 (Shaw, 1931, 1966; Shaw y otros, 1938; Sutherland, 1937).

Al construir historias de vida el investigador social, busca a un tipo particular de persona que ha pasado por ciertas experiencias.

Según Spradley, las historias de vida se redactan sobre la base de entrevistas en profundidad con una persona o con una pequeña cantidad de personas. Aunque todos tienen una buena historia para contar (la propia), las historias de algunos son mejores que las de otros, y algunos individuos son mejores compañeros de investigación a los fines de la construcción de la historia de vida. Otra consideración importante se refiere a la buena voluntad y capacidad del individuo para hablar sobre sus experiencias y expresar sus sentimientos. Sencillamente, las personas no tienen la misma capacidad para proporcionar relatos detallados de aquello por lo que han pasado y de sus sentimientos al respecto.

Muchas de las historias de vida clásicas de las ciencias sociales se han basado en una combinación de entrevistas en profundidad y relatos escritos por los propios informantes. Lo mismo que la observación participante, las entrevistas en profundidad requieren capacidad para relacionarse con otros en sus propios términos. No hay ninguna fórmula simple para entrevistar con éxito, pero existen puntos que el investigador debe tratar de crear: no abrir juicio, permitir que la gente hable, prestar atención, ser sensible  a los sentimientos y puntos débiles del informante.

Para Taylor, S.J. y Bodgdan R,  lo que diferencia la historia de vida de las autobiografías populares es el hecho de que el investigador solicita activamente el relato de las experiencias y los modos de ver de la persona, y construye la historia de vida como producto final.

 Howard Becker (1966, pág. vi) describe el rol del investigador en las historias de vida sociológicas:

«El sociólogo que recoge una historia de vida da pasos para asegurar que ella cubra todo lo que queremos saber; que ningún factor o acontecimiento importante sea descuidado, que lo que pretende ser fáctico concuerde con las pruebas de que se dispone y que las interpretaciones del sujeto sean aportadas honestamente. El sociólogo mantiene al sujeto orientado hacia las cuestiones en las que está interesada la sociología, haciéndole preguntas sobre acontecimientos que necesitan desarrollo; trata de hacer que la historia narrada tenga que ver con materias que son objeto de registro oficial y con material proporcionado por otras personas que conocen al individuo, el acontecimiento o el lugar que nos es descripto. Hace que el juego sea honesto con nosotros.»

Como sociólogo, no dispongo de Historias de Vida de nuestra clase política y, como integrante-participante de un determinado Sistema Social,  no deseo disponer de una política, Made in Spain, sin historias de vida, ni sentimiento ciudadano.

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