«Dialécticas»
Término procedente del verbo griego «dialeghestai» que se refiere originalmente al arte del diálogo y de la discusión razonada («dialectiké techné») y que adquirirá distintos significados a lo largo de la historia del pensamiento.
En Platón, la dialéctica se opone a la erística, y se identifica generalmente con el movimiento ascendente del alma en busca de una comprensión cada vez más universal de la realidad, que culminaría en el conocimiento de la Idea, tal como lo expone, por ejemplo, en la «alegoría de la línea» (República, VI). En este sentido, formarían parte de la dialéctica platónica dos movimientos lógicos, uno de «composición» (en busca de una mayor generalización) y otro de «división» (el establecimiento de las distinciones entre los distintos géneros).
En Aristóteles, la dialéctica se identifica con la parte de la lógica que se ocupa del estudio del razonamiento probable, pero no de la demostración, por lo que el término irá quedando asociado, así, a la habilidad para argumentar, confundiéndose a menudo con la retórica, y terminando por adquirir un significado peyorativo que todavía se puede observar en la filosofía de Kant, quien considera que la dialéctica es una mera «lógica de la apariencia».
En Hegel, la dialéctica volverá a convertirse en el núcleo mismo de la filosofía, siendo considerada como un método de conocimiento y como la expresión del devenir de la realidad (de su despliegue y realización) en la que la oposición sujeto/objeto se manifiesta como la unión de elementos opuestos en una síntesis que lleva a la comprensión de la realidad como Absoluto.
La dialéctica hegeliana es asumida por Marx, quien manifiesta haber invertido sus fundamentos, para terminar concibiendo la síntesis superadora no como la simple reconciliación de la unidad originaria de la Idea, sino como la eliminación del momento negativo de la realidad, a la que, en su dimensión social, concibe como al devenir hacia el comunismo. Sin embargo, fue Engels, el pensador y amigo de Marx, quien expresara con mayor claridad el origen de la dialéctica materialista conjuntamente con el materialismo histórico en su crítica a Ludwig Feuerbach y la filosofía clásica alemana:
“Nosotros retornamos a las posiciones materialistas y volvimos a ver en los conceptos de nuestro cerebro las imágenes de los objetos reales, en vez de considerar a éstos como imágenes de tal o cual fase del concepto absoluto.Con esto, la dialéctica quedaba reducida a la ciencia de las leyes generales del movimiento, tanto el del mundo exterior como el del pensamiento humano: dos series de leyes idénticas en cuanto a la cosa, pero distintas en cuanto a la expresión, en el sentido de que el cerebro humano puede aplicarlas conscientemente, mientras que en la naturaleza, y hasta hoy también, en gran parte, en la historia humana, las leyes se abren paso de un modo inconsciente, bajo la forma de una necesidad exterior, en medio de una serie infinita de aparentes casualidades” (Engels, 1886).
Las «dialécticas» se establecieron entre las dimensiones de transformación y cambio de la realidad social en cuanto a contenido y forma, estructura y dinámica, calidad y cantidad, lo viejo y lo nuevo.
La mayoría conoce que dos de los principales supuestos dialécticos afirman que la realidad está en continuo cambio, movimiento y transformación y que la práctica es el criterio de verdad del conocimiento. Por tanto, ¿Que ocurriría si se aplicasen esas transformaciones sociales y movimientos dialécticos en la representación y naturaleza política española? Seguramente, el bipartidismo plano actual (que ni ayuda, ni escucha) comenzaría a resquebrajarse estrepitosamente…
Cuestión de tiempo/s y cómo no, de dialéctica democrática popular aplicada. @elsociologo