Juventud e Ilusión en recesión
Históricamente, la «sociología de la juventud» ha quedado muy malograda por la tendencia hacia grandes formulaciones de alcance general.
En la perspectiva del ciclo vital (presente en diferentes ciencias sociales), la sociología, muy avezada en «psicoanalizar» el malestar social, ha tenido un interés muy explícito por interpretar las especificidades del rol de joven y la relación entre padres e hijos, en un contexto social de modernidad, de industrialismo y urbanismo en un entorno general de globalización.
El análisis sociológico, así, versa sobre las distancias entre los logros psicofísicos en la pubertad y el retraso en asunción de responsabilidades sociales plenas. Es decir, plena fuerza física y de líbido sexual versus distancia de reconocimiento social de adultez a causa de la formación escolar general y prolongada, la prioridad de la ocupación laboral estable, el matrimonio como forma de vida en pareja o la preparación del hogar entre otros aspectos.
Según esta manera de representar el hecho juvenil, en muy poco tiempo los jóvenes conseguirían estatuto de adulto en términos físicos (madurez sexual y plena atribución de fuerza física, principalmente), pero serían expropiados del acceso al mundo de los adultos hasta al cabo de unos años (profesión definida, vivienda propia, matrimonio de elección, nupcialidad formalizada, formación profesional y un largo etcétera por construir).
Por todo esto, en la perspectiva del ciclo vital se ve un marcado carácter negativo en favor de los roles y estatus de adultez: los jóvenes son pensados desde la indeterminación y la moratoria en la toma de roles. La negatividad, expresada así, tiene dos traducciones: como una compulsión acusadora («¡Qué mal se portan los jóvenes!») o como una compulsión exculpatoria («¡Pobres jóvenes»). En ambos casos, sin embargo, se acaba considerando que el mundo de los jóvenes es extraño al mundo de los adultos: poco comprensible, poco entendedor, poco justificable; desconocido, sin «oficio ni beneficio», sin techo, sin raíces, sin estabilidades. En cualquier caso, ambas concreciones (acusatoria o exculpatoria) respaldan la idea de que los jóvenes forman generaciones en tensión con los adultos.
La segunda perspectiva sobre juventud se focaliza en el hecho «generacional», sobre todo desde el conflicto entre generaciones de jóvenes y adultos, máxime cuando se eleva la juventud a la categoría de «nueva clase social ascendente y revolucionaria». Ayer mismo, las redes sociales recogían a través de #hastags tipo #12M15M, #12MGlobal, #GlobalRevolution nuevos trending topics (TT) de las diferentes manifestaciones celebradas a escala mundial en defensa y, por supuesto, en conflicto permanente de los derechos sociales societarios, económicos y culturales de nuestra juventud y de diferentes clases sociales indignadas con los actuales sistemas gubernativos, en este tiempo de recesión y perpetua moratoria de los mercados.
Esta perspectiva de las “generaciones”, se basa en cuatro aspectos: la descripción de las rupturas, la propuesta de la diferenciación de las subculturas juveniles, la hipótesis entorno del narcisismo radical de los jóvenes y la consideración de la «juventud positiva».
En resumen, la presentación de la confrontación generacional siempre ha tenido adeptos y mucho eco y una constante: las generaciones de jóvenes parece que están fuera o al margen de la estructura social.
El entorno social del joven (básicamente constituido por el «grupo de iguales », los grupos de amistad y los referentes culturales) también tiene una presencia importante, al modificar (positivamente o negativamente) las oportunidades y las tomas de decisiones. Los entornos son complejos y muy variables, y su impacto resulta de difícil medida en un país España que, en el momento actual, se encuentra en un periodo de recesión con una tasa disparada del más del 50% de desempleo juvenil.
La ilusión miles de jóvenes globalizados y localizados por un mundo más justo e igualitario continúa perdurando al igual que perdura su «espíritu de conquista».
¿Por cuánto tiempo? Difícil, muy difícil respuesta; “el futuro laboral queda en posición de bloqueo”.
Y el tiempo, estimada política, siempre alcanza su “fin”.