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#Septiembre: “Funcionalismo societario”

september

El significado del funcionalismo es diverso. En su sentido gramatical, consiste en aquel conjunto de actividades que realiza aquella persona que ocupa un cargo. En matemáticas, consiste en aquella relación existente entre dos o más elementos, y en el área de la biología es aquella contribución que da un elemento a la organización o a la acción del conjunto. Como corriente sociológica, surgió a finales del siglo XIX, principalmente arraigada en Estados Unidos. Vivió su máximo esplendor entre 1890 y 1910. Nació como respuesta al estructuralismo, como reacción al evolucionismo y al particularismo histórico derivando, finalmente, en la psicología aplicada. Los principales autores, entre otros, son; Herbert Spencer, Radcliffe Brown, Ferdinand de Saussure, Claude Levi Strauss, Malinowski, Almond, William James, Harvey A. Carr, McKeen Cattell, Jacques Lacan, Harold Lasswell y Roland Barthes.

La actitud funcionalista fue consecuencia lógica de la propagación del darwinismo y su Doctrina de la «supervivencia de los más aptos».

El funcionalismo sostenía que es mucho más interesante estudiar los distintos recursos que utiliza el «ser humano» para afrontar su medio que limitarse a analizar la estructura básica de la mente. El fin de la psicología debe ser comprender como la conciencia y otros procesos mentales ayudan a la los seres humanos a adaptarse a sus experiencias. Para ello, son necesarios múltiples niveles de análisis y una metodología flexible, por lo que nos sirven tanto la introspección, como el método experimental, como el método de inferir actividades mentales. James opinaba que la conciencia humana es un fluir continuo. Las percepciones y asociaciones, las sensaciones y emociones, no pueden separarse.

La estructura social no es más que un agente de relaciones sociales. La función de la estructura es hacer comprensible los hechos observados. La estructura está presente en la realidad, pero no en el inconsciente. La vida social está fundada sobre un vasto aparato simbólico en dónde la lengua es uno de esos sistemas dónde los otros sistemas de símbolos deben darse también al mismo tiempo. La sociedad se convierte, de esta manera, en una totalidad formada por diversos elementos que tienen funciones indispensables para la misma. Cada sociedad, cada cultura, es un todo, un conjunto coherente, organizado e integrado base del funcionalismo absoluto. Podíamos aseverar que nos encontramos “sentenciados a perpetuidad en medio de incesantes funcionalismos sociales.”

Ante tales premisas, mentalmente heredadas, casi la totalidad de los nuevos medios de difusión informativos, periodísticos, audiovisuales, marketinianos y comunicativos de nuestra era digital han convertido Septiembre, en nuestra sociedad contemporánea, en el mes funcionalista y de buenos propósitos con diferencia. Todo empieza de nuevo, es un mes que se asemeja a Diciembre con su típico “fin de año”. Septiembre se convierte así en el gran mes, mes de objetivos, de promesas, de propuestas y de nuevos encuentros sociales. Ya están en marcha en  la mentalidad societaria nuevos programas, nuevas cadenas, nuevos estilos y nuevas intenciones. Acciones con fórmulas y formatos diferentes persiguiendo, casi exclusivamente, un único fin; “el consumidor globalizado.”

La mayoría de estos propósitos societarios son propósitos que tienen que ver con la salud (¿Los «sin papeles» se dedicarán a correr?) y, su energía funcionalista vital: dejar de fumar, mejorar la alimentación, adelgazar, hacer deporte; gym, gap, natación, body sculpt, spinning, pilates, footing, etc. Un listado funcional infinito. Existen también los objetivos de mejorar la capacitación y, sobretodo, la educación, como es el caso de aprender nuevos idiomas o realizar cursos o cursar un master o postgrado. El objetivo final, además del área que cada uno elija, tiene que ver siempre con la mejora, la autorrealización personal, lo cual sería muy positivo, siempre que se tratase de objetivos realistas, coherentes y alcanzables y a ser posible formasen parte de un proyecto personal de vida que les dé y les dote de sentido y eficacia. Lamentablemente, al final, la inmensa mayoría de estos propósitos funcionalistas se convierten en simples listas mentales del deseo inconsciente de bienestar y mejora ciudadano sin más.

Sólo los más realistas, con ideas claras y tenaces persistirán en sus objetivos. Sin duda, más de uno, volverá, de nuevo, a quedarse en la trinchera funcional de Septiembre, eso sí, ésta vez cargados de buenos ánimos e intenciones que iluminen, una y otra vez, el camino de esta “crisis política y  global, cultural, económica, financiera, social, medio-ambiental, ecológica, duradera e irremediablemente funcional”.
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«Funcionalismo en estado puro». #Septiembre @elsociologo

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