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«Monadología» Extracto

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Cuando se razona sobre algo, imaginamos tener una idea de esta cosa, y éste es el fundamento sobre el cual algunos filósofos antiguos y modernos han constituido cierta demostración de la existencia de Dios, que es muy imperfecta.Pues dicen ellos que es necesario que yo tenga una idea de Dios o de un Ser Perfecto, puesto que pienso en él, y que no podría pensar sin idea. Ahora bien, la idea de este Ser contiene todas las perfecciones, y la existencia es una de ellas; por consiguiente Dios existe… Pero como a menudo pensamos en quimeras imposibles, por ejemplo, en el número más grande, ese razonamiento es insuficiente. En este sentido, por lo tanto, puede decirse que hay ideas verdaderas y falsas, según si la cosa de la que se trate es o no posible. Y uno puede entonces, presumir de tener la idea de la cosa cuando está seguro de su posibilidad. De esta forma, el argumento antedicho prueba al menos que Dios existe necesariamente, si él es posible. Lo cual es, en efecto, un privilegio de la naturaleza divina al necesitar tan sólo su posibilidad o esencia, para realmente existir. (Ens a Se).

Así, sólo Dios es la Unidad Primitva, o la Substancia Simple Originaria, de la que son reproducciones las mónadas creadas o derivadas. Esta substancia simple y primitiva encierra en sí de manera eminente las perfecciones contenidas en las substancias derivadas, que son sus efectos…

Dios es el Sol y la Luz de las Almas. Dios es la Luz que ilumina a todo Hombre venido al Mundo (Lumen illuminans omnen Hominen venientem in hunc Mundum).  Gottfried W. Leibniz @elsociologo

«Subo Montañas»

 

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View of Everest

 

«La montaña, a pesar de ser algo salvaje y ajeno, a pesar de resultar indómita e inquebrantable, es habitable en este sentido, permite <cabalgar el dragón>. Edifica destinos, permite comprender entre las apariencias, entre el ruido y el miedo, entre la nieve y la huella, que el camino emprendido nos otorga una línea de supervivencia, una aventura particular y única que se ha experimentado en un todo inefable.

Hacer habitable la existencia es la obligación de todos los seres humanos, y para ello hay que estar atentos a cuando la alegría asoma por la puerta.

Subo montañas porque me produce alegría contemplar desde lo alto un paisaje en dónde la distinción de los objetos no segmenta la mirada, porque me aporta la calma de haber escuchado al miedo, de haber combatido al frío, de haber aguantado el esfuerzo, de haber oído el silencio.

Subo montañas para poder bajarlas, para señalar los días en el calendario de la memoria, para sentirme bien, para saberme vivo.

Extracto de «Paso a paso Razones para subir montañas» (Ensayo) Gutiérrez, C.M. Ed: Eutelequia #sociología @elsociologo

¡No!

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«La autoridad»

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Lo normal no es notable. Lo que no es notable es indistinguible de otros. Cuando no hay distinciones, no hay nada distintivo, no hay forma.

Parece extraño que el desarrollo de un yo coherente estigmatice a otros, pero precisamente esto es lo que implica socialmente la autonomía. El presidente dice que respeta a sus empleados por su autonomía. Entonces volvamos su afirmación por pasiva; si no son autónomos, si como adultos sensibles lo advierten, si él cree que de hecho no se distinguen mucho, entonces no va a prestarles demasiada atención. La indiferencia que estigmatiza a quienes se perciben como carentes de autonomía se ve expresada también en las declaraciones de profundo desprecio.

Una persona bien educada y segura de sí misma puede cuidarse de si misma, es independiente, se distingue de la multitud; todas esas imágenes se expresan en el modismo idiomático de decir que esa gente – tiene “clase”. Son como faros. En cambio, las imágenes de quienes se hallan en la masa son de personas cuyos caracteres son tan poco notables y están tan subdesarrollados que no despiertan ningún interés. Se hallan en la sombra.

En un sistema de disciplina, el niño está más individualizado que la persona adulta, el paciente más que la persona sana, el loco y el delincuente más que la persona normal y la no delincuente. En cada caso, en nuestra civilización todos los mecanismos de individuación se vuelven hacia el primer elemento de esa serie de pares, y cuando uno desea individualizar al adulto sano, normal y respetuoso de la ley, siempre lo hace preguntando cuánto queda en el del niño, qué locura secreta yace en su interioridad, qué crimen fundamental ha soñado con cometer.

Richard Sennett 

Citando a Neruda sin mensaje de despedida  «El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta.» Notable disciplina. Jueguen!!! @elsociologo

Qué significa hablar (Extracto) P.B

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¿Qué quiere decir legítimo? Esta palabra es una palabra técnica del vocabulario sociológico que empleo a conciencia, ya que sólo las palabras técnicas permiten decir y, por tanto, pensar, y de manera rigurosa, las cosas difíciles.

Es legítima una institución, o una acción, o un uso que es dominante y desconocido como tal, es decir, tácitamente reconocido. El lenguaje que los profesores emplean, el que usted emplea para hablarme (alguien exclama: “iUsted también lo emplea!” por supuesto. ¡Lo empleo, pero me paso la vida diciendo que lo hago!), el lenguaje que nosotros empleamos en este espacio es un lenguaje dominante desconocido como tal, es decir tácitamente reconocido como legítimo. Es un lenguaje que produce lo esencial de sus efectos dando la apariencia de no ser lo que es. De ahí la pregunta: si es cierto que hablamos un lenguaje legítimo, ¿no se halla afectado por ello todo lo que podemos decir en este lenguaje, incluso aunque pongamos este instrumento al servicio de la transmisión de contenidos que pretenden ser críticos? Otra cuestión fundamental: este lenguaje dominante y desconocido como tal, es decir, reconocido como legítimo, ¿No se halla en afinidad con determinados contenidos? ¿No ejerce efectos de censura? ¿No hace difícil o imposible decir determinadas cosas? ¿No está hecho este lenguaje legítimo, entre otras cosas, para impedir hablar con franqueza? No debí decir “hecho para”.

(Uno de los principios de la sociología es recusar el funcionalismo de lo peor: los mecanismos sociales no son el producto de una intención maquiavélica; son mucho más inteligentes que los más inteligentes de los dominantes).  Pierre Bourdieu

“El conocimiento de las realidades conduce al realismo, Maestro” @elsociologo

» La muerte » (fragmento) Arthur Schopenhauer.

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La muerte es el genio inspirador, el Muságetas de la filosofía… Sin ella difícilmente se hubiera filosofado.

Nacimiento y muerte pertenecen igualmente a la vida y se contrapesan. El uno es la condición de la otra. Forman los dos extremos, los dos polos de todas las manifestaciones de la vida. Esto es lo que la más sabia de las mitologías, la de la India, expresa con un símbolo, dando como atributo a Siva, el dios de la destrucción, al mismo tiempo que su collar de cabezas de muerto, el linga, órgano y símbolo de la generación. El amor es la compensación de la muerte, su correlativo esencial; se neutralizan, se suprimen el uno al otro. Por eso los griegos y los romanos adornaban esos preciosos sarcófagos que aún vemos hoy con bajorrelieves figurando fiestas, danzas, bodas, cazas, combates de animales, bacanales, en una palabra, imágenes de la vida más alegre, más animada, más intensa, hasta grupos voluptuosos y hasta sátiros ayuntados con cabras. Su objetivo era, evidentemente, llamar la atención al espíritu de la manera más sensible, por el contraste entre la muerte del hombre, a quien se llora encerrado en la tumba, y la vida inmortal de la naturaleza.
La muerte es el desate doloroso del nudo formado por la generación con voluptuosidad. Es la destrucción violenta del error fundamental de nuestro ser, el gran desengaño.
La individualidad de la mayoría de los hombres es tan miserable y tan insignificante, que nada pierden con la muerte. Lo que en ellos puede aún tener algún valor, es decir, los rasgos generales de humanidad, eso subsiste en los demás hombres. A la humanidad y no al individuo es a quien se le puede asegurar la duración.
Si le concediesen al hombre una vida eterna, la rigidez inmutable de su carácter y los estrechos límites de su inteligencia le parecerían, a la larga, tan monótonos y le inspirarían un disgusto tan grande, que para verse libre de ellos concluiría por preferir la nada.
Prueba de ello que la mayoría de los hombres, por no decir todos, están constituidos de tal suerte, que no podrán ser felices en ningún modo donde sueñen verse colocados. Si ese mundo estuviera exento de miseria y de pena, se verían presa del tedio, y en la medida en que pudieran escapar de éste volverían a caer en las miserias, los tormentos, los sufrimientos. Así, pues, para conducir al hombre a un estado mejor, no bastaría ponerle en un mundo mejor, sino sería preciso de toda necesidad transformarle totalmente, hacer de modo que no sea lo que es y que llegue a ser lo que no es. Por tanto, necesariamente tiene que dejar de ser lo que es. Esta condición previa la realiza la muerte, y desde este punto de vista concíbese su necesidad moral.
Ser colocado en otro mundo y cambiar totalmente su ser, son en el fondo una sola y misma cosa.
Una vez que la muerte ha puesto término a una conciencia individual, ¿sería deseable que esta misma conciencia se concediese de nuevo para durar una eternidad? ¿Qué contiene la mayor parte de las veces? Nada más que un torrente de ideas pobres, estrechas, terrenales y cuidados sin cuento. Dejadla, pues, descansar en paz para siempre.
Parece que la conclusión de toda actividad vital es un maravilloso alivio para la fuerza que la mantiene. Esto explica tal vez la expresión de dulce serenidad difundida en el rostro de la mayoría de los muertos.
No conocemos mayor juego de dados que el juego del nacimiento y de la muerte. Preocupados, interesados, ansiosos hasta el extremo, asistimos a cada partida, porque a nuestros ojos todo va puesto en ella. Por el contrario, la Naturaleza, que no miente nunca; la Naturaleza, siempre fresca y abierta, se expresa acerca de este asunto de una manera muy diferente. Dice que nada le importa la vida o la muerte del individuo, y esto lo expresa entregando la vida del animal y también la del hombre a menores azares, sin hacer ningún esfuerzo para salvarlos. Fijaos en el insecto que va por vuestro camino; el menor extravío involuntario de vuestro pie decide su vida o su muerte. Ved el animal de los bosques, desprovisto de todo medio de huir, defenderse, engañar, ocultarse, presa expuesto al primero que llegue; ved el pez cómo juega, libre de inquietudes, dentro de la red aun abierta; la rana, a quien su lentitud impide huir y salvarse; el ave que revolotea a la vista del halcón que se cierne sobre ella y a quien no ve; la oveja espiada por el lobo oculto en el bosque: todas esas víctimas, débiles, inertes, imprudentes, vagan en medio de ignorados riesgos que a cada instante las amenazan. La Naturaleza, al abandonar así, sin resistencia, sus organismos, no sólo a la avidez del más fuerte, sino al azar más ciego, al humor del primer imbécil que pasa, a la perversidad del niño, la Naturaleza expresa así, con su estilo lacónico, de oráculo, que le es indiferente el anonadamiento de esos seres, que no puede perjudicarla, que nada significa, y que en casos tales tan indiferente es la causa como el efecto…
Así pues, cuando esta madre soberana y universal expone a sus hijos sin escrúpulo alguno a mil riesgos inminentes, sabe que al sucumbir caen otra vez en su seno, donde los tiene ocultos. Su muerte no es más que un retozo, un jugueteo. Lo mismo le sucede al hombre que a los animales. El oráculo de la Naturaleza se extiende a nosotros. Nuestra vida o nuestra muerte no la conmueve y no debiera emocionarnos, porque nosotros también formamos parte de la Naturaleza.»

EL AMOR, LAS MUJERES Y LA MUERTE» Arthur Schopenhauer. @elsociologo

» Mi muerte » Jean-Paul Sartre .

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La muerte no es en modo alguno una estructura ontológica de mi ser, por lo menos en tanto que éste es para-sí; sólo el otro es mortal en su ser. No hay ningún lugar para la muerte en el ser-para-sí; no puede ni esperarla, ni realizarla, ni proyectarse hacia ella; la muerte no es en modo alguno el fundamento de su finitud y, de modo general, no puede ni ser fundada desde adentro como proyecto de la libertad original ni ser recibida desde afuera como una cualidad por el para-sí.
Entonces, ¿qué es? Nada más que cierto aspecto de la facticidad y del ser para otro, es decir, nada más que algo dado. Es absurdo que hayamos nacido, es absurdo que muramos; por otra parte, esta absurdidad se presenta como la alienación permanente de mi ser-posibilidad que no es ya mi posibilidad, sino la del otro. Es, pues, un límite externo y de hecho de mi subjetividad….Este límite de hecho que debemos afirmar en cierto sentido, puesto que nada nos penetra desde afuera -y, en cierto sentido, es menester que experimentemos la muerte si hemos de poder siquiera nombrarla-, pero que, por otra parte, jamás es encontrado por el para-sí, puesto que no es nada propio de éste, sino sólo la permanencia indefinida de su ser-para-el-otro, ¿qué es sino, precisamente uno de los irrealizables? ¿Qué es, sino un aspecto sintético de nuestros reversos? Mortal representa el ser presente que soy para-otro; muerto representa el sentido futuro de mi para-sí actual para el otro. Se trata, pues, de un límite permanente de mis proyectos, y como tal, es un límite que hay que asumir. Es, pues, una exterioridad que sigue siendo exterioridad hasta en y por la tentativa del para-sí de realizarla: es lo que hemos definido como el irrealizable que debe ser realizado. No hay diferencia de fondo entre la elección por la cual la libertad asume su muerte como límite imposible de captar e inconcebible de su subjetividad, y la elección por la cual elige ser libertad limitada por el hecho de la libertad del otro. Así, la muerte no es mi posibilidad, en el sentido antes definido; es situación-límite, como reverso elegido y huidizo de mi elección. Tampoco es mi posible, en el sentido de que sería mi fin propio, el cual me anunciaría mi ser, sino que, por el hecho de ser ineluctable necesidad de existir en otra parte como un afuera y un en-sí, es interiorizada como «última», es decir, como sentido temático y fuerza de alcance de los posibles jerarquizados. Así, ella me infesta en el meollo mismo de cada uno de mis proyectos, como el reverso ineluctable de éstos. Pero, precisamente como ese «reverso» no es algo que haya de asumir como mi posibilidad, sino como la posibilidad de que no haya para mí más posibilidades, la muerte no me merma. La libertad que es mi libertad sigue siendo total e infinita; no es que la muerte no la limite, sino que, como la libertad no encuentra jamás ese límite, la muerte no es en modo alguno obstáculo para mis proyectos: es sólo un destino de estos proyectos en otra parte. No soy «libre para la muerte», sino que soy un mortal libre. Al escapar la muerte a mis proyectos por ser irrealizable, escapo yo mismo de la muerte en mi propio proyecto. Como es lo que está siempre más allá de mi subjetividad, en mi subjetividad no hay lugar alguno para ella. Y esta subjetividad no se afirma contra la muerte, sino independientemente de ella, aunque esta afirmación sea inmediatamente alienada. No podríamos, pues, ni pensar la muerte, ni esperarla, ni armarnos contra ella; pero por eso nuestros proyectos son, en tanto que proyectos -no a causa de nuestra ceguera, como dice el cristiano, sino por principio-, independientes de ella. Y, aunque haya innumerables actitudes posibles frente a ese irrealizable «que hay que realizar por añadidura», no cabe clasificarlas en auténticas e inauténticas, puesto que, justamente, siempre morimos por añadidura.

El Ser y la Nada. @elsociologo

«El hombre unidimensional» (fragmento)

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«El aparato productivo, y los bienes y servicios que produce, «venden» o imponen el sistema social como un todo. Los medios de transporte y comunicación de masas, los bienes de vivienda, alimentación y vestuario, el irresistible rendimiento de la industria de las diversiones y de la información, llevan consigo hábitos y actitudes prescritas, ciertas reacciones emocionales e intelectuales que vinculan de forma más o menos agradable los consumidores a los productores y, a través de éstos, a la totalidad. Los productos adoctrinan y manipulan; promueven una falsa conciencia inmune a su falsedad. Y a medida que estos productos útiles son asequibles a más individuos en más clases sociales, el adoctrinamiento que llevan a cabo deja de ser publicidad; se convierten en modo de vida. Es un buen modo de vida —mucho mejor que antes—, y en cuanto tal se opone al cambio cualitativo. Así surge el modelo de pensamiento y conducta unidimensional en el que ideas, aspiraciones y objetivos, que trascienden por su contenido el universo establecido del discurso y la acción, son rechazados o reducidos a los términos de este universo. La racionalidad del sistema dado y de su extensión cuantitativa da una nueva definición a estas ideas, aspiraciones y objetivos.»

 La característica común es un empirismo total en el tratamiento de los conceptos; su significado está restringido a la representación de operaciones y conductas particulares. Los que hacen la política y sus proveedores de información de masas promueven sistemáticamente el pensamiento unidimensional. Su universo del discurso está poblado de hipótesis que se autovalidan y que, repetidas incesante y monopolísticamente, se tornan en definiciones hipnóticas o dictados.  #HerbertMarcuse

Menos mal, querido Herbert, que «Sólo gracias a aquellos sin esperanza nos es dada la esperanza.» Esperemos que ésta no derive del absurdo y engañoso juego político… @elsociologo

«La revolución teórica de Marx» (fragmento)

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» No hago alusión a este episodio ni por placer ni por amargura, sino para confirmarlo con una observación que lo sobrepasa. Teníamos la edad del entusiasmo y de la confianza; vivíamos un tiempo en que el adversario no nos daba cuartel, utilizando el lenguaje de la injuria para apoyar su agresión. Esto no impide que hayamos permanecido largo tiempo confundidos por esta aventura, en la cual ciertos dirigentes, lejos de impedir que cayéramos en el abismo del «izquierdismo teórico», nos habían empujado con vigor, sin que los otros hicieran nada para moderarnos, para advertirnos o prevenirnos. Pasábamos entonces la mayor parte de nuestro tiempo militando, cuando hubiéramos debido defender también nuestro derecho y nuestro deber a conocer y a estudiar simplemente para producir. No nos dábamos ni siquiera ese tiempo. »  (Louis Althusser). 

La ideología, como decía Althusser, es una «representación» de la relación imaginaria de los individuos con sus condiciones reales de existencia. Existencia de la no insistencia…@elsociologo

Fenomenología; «Intencionalidad y Significado»

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Edmund Husserl (1859-1938) El fundador de la fenomenología, Edmund Husserl, introdujo este término en su libro Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica’ (1913). En este orden de cosas, una de las tareas principales de esta ciencia fundante es desvelar aquellos supuestos metafísicos y epistemológicos asumidos acríticamente por las ciencias positivas y por la actitud en la que éstas se desenvuelven, la llamada “actitud natural”. El supuesto más fundamental de las ciencias positivas es la creencia implícita en la existencia de una realidad independiente de la mente, de la experiencia. Este supuesto no sólo está presente en las ciencias positivas, sino también en nuestra vida pre-teórica. Los primeros seguidores de Husserl, como el filósofo alemán Max Scheler, influenciado por su libro anterior, Investigaciones lógicas (1900-1901), proclamaron que el cometido de la fenomenología es estudiar las esencias de las cosas y la de las emociones. Aunque Husserl nunca renunció a su interés por las esencias, con el tiempo mantendría que sólo las esencias de ciertas estructuras conscientes particulares constituyen el objeto propio de la fenomenología. Husserl, a partir de 1910, definió la fenomenología como el estudio de las estructuras de la conciencia que capacitan al conocimiento para referirse a los objetos fuera de sí misma. Este estudio requiere reflexión sobre los contenidos de la mente para excluir todo lo demás. Husserl llamó a este tipo de reflexión ‘reducción fenomenológica’. Ya que la mente puede dirigirse hacia lo no existente tanto como hacia los objetos reales, Husserl advirtió que la reflexión fenomenológica no presupone que algo existe con carácter material; más bien equivale a «poner en paréntesis la existencia», es decir, dejar de lado la cuestión de la existencia real del objeto contemplado. Lo que Husserl comprobó cuando analizaba los contenidos de la mente fue una serie de actos como el recordar, desear y percibir, e incluso el contenido abstracto de esos actos, a los que Husserl llamó ‘significados’. Esos significados, proclamó, permitían a un acto ser dirigido hacia un objeto bajo una apariencia concreta, y afirmó que la direccionalidad, que él llamaba «intencionalidad»,era la esencia del conocimiento. La fenomenología trascendental, según Husserl, era el estudio de los componentes básicos de los significados que hacen posible la intencionalidad. Posteriormente, en Meditaciones cartesianas (1931), introdujo la fenomenología genética, a la que definió como el estudio de la formación de esos significados en el curso de la experiencia. La investigación de la intencionalidad de la conciencia quedaría incompleta, según Husserl, si no se investigara la conciencia del tiempo.

Como señala uno de sus discípulos, Walter Biemel, el hilo conductor de este estudio es la idea de que para iluminar la esencia de una cosa es necesario remontarse al origen de su significación en la conciencia y a la descripción de este origen.

Jean-Paul Sartre (1905-1980), uno de los principales representantes del existencialismo, trató de adaptar la fenomenología de Heidegger a la filosofía de la conciencia, recobrando de ese modo, las enseñanzas de Husserl. Todos los fenomenólogos siguieron a Husserl en el intento de utilizar descripciones puras. Así, suscribieron la frase de Husserl que conducía a aprender «las cosas mismas». Husserl lo expresa de la siguiente forma: «El ideal de una fenomenología pura será perfeccionada sólo por responder a esta pregunta, la fenomenología pura debe separarse claramente de la psicología en general y, en concreto, de la psicología descriptiva de los fenómenos de la conciencia.» En los años 50 comienza la publicación de sus obras completas en la serie Husserliana con la publicación de varios textos y obras inéditas.

Cuatro conceptos fenomenológicos para un puro significado de vivencias intencionales de nuestra conciencia… ¡K cosas! @elsociologo

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